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Una película icónica de Martin Scorsese generó tanto odio que incluso hubo un atentado para impedir su proyección

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La última tentación de Cristo (1988)

Martin Scorsese apostó por los temas espirituales en su largometraje de 1988, pero generó una controversia tremenda en la comunidad religiosa.

Hacer películas que entrañen temas religiosos es un arma de doble filo: un error a la hora de interpretar determinados asuntos, o tratar de ofrecer diferentes puntos de vista, acostumbra a ser la chispa que enciende un polvorín. Martin Scorsese experimentó eso en los años ochenta con una película en particular: La última tentación de Cristo.

A pesar del estatus legendario del director, su película protagonizada por Willem Dafoe como el Jesucristo que se enfrentaba a todas esas tentaciones del mundo de los hombres no tenía carta blanca para experimentar, algo inherente al mundo del cine desde sus mismos orígenes.

La última tentación de Cristo ya tuvo problemas a nivel institucional. Martin Scorsese vio como la película era censurada o directamente se vetaba su proyección en países como Grecia, Turquía, México, Chile, Argentina, Filipinas, Singapur o Sudáfrica.

Algunas ciudades estadounidenses tampoco proyectaron la película del cineasta, como Santa Ana, en California, o Savannah, en Georgia, tal y como recuerda Looper. Sin embargo, aquella no fue la peor reacción a La última tentación de Cristo.

El atentado contra la película de Martin Scorsese

En otoño de 1988, el 22 de octubre, el cine Saint Michel de París, Francia, proyectó La última tentación de Cristo en sesión nocturna. Un grupo extremista religioso colocó un artefacto incendiario en las instalaciones que detonó hacia la medianoche.

El público pudo ser evacuado del cine, pero se produjeron 13 heridos por quemadura, cuatro de ellos graves, y el inmueble sufrió severos desperfectos que tardaron tres años en repararse para la reapertura.

Se produjeron varias detenciones por el atentado en las semanas posteriores, pero el recuerdo de lo lejos que puede llegar el odio hacia una película por ser considerada "blasfema" por parte de grupos religiosos, permanece.

Ni siguiera el estatus de leyenda de Martin Scorsese aplacó el odio hacia su película de 1988 que, dicho sea de paso, es de visionado casi obligado para la mayoría de cinéfilos.

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