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Intenté ver Nop y ocurrió algo que ya es habitual

Nop Jordan Peele

No vivo solamente de novedades y de vez en cuando me gusta volver a ver alguna película o disfrutar un clásico, sea por motivos laborales o personales, pero no es tan fácil como parece.

Cuando enciendo el televisor Samsung del salón aparece el menú con todas las plataformas a las que estoy suscrito: Netflix, Max, Prime Video, Disney+, Filmin, Movistar Plus+, Apple TV+, AMC+, FlixOlé... Y también otras gratuitas, como la de RTVE.

Tengo a mi disposición una oferta que supera mi tiempo libre, pero reconozco que es por motivos laborales. Si de mí dependiese, con dos o tres plataformas bastarían para cubrir mis necesidades de películas y series. Al fin y al cabo, también voy al cine, tengo otras aficiones y una vida fuera de la pantalla.

Casi cualquier novedad que lancen se encuentra a mi disposición, pero también uso las numerosas plataformas para ver películas por placer personal o para ampliar mi conocimiento. Por ejemplo, el pasado fin de semana vi Breve encuentro, de David Lean, y Nadie oyó gritar, de Eloy de la Iglesia. 

El caso es que me apeteció volver a visitar Nop.

La película de Jordan Peele se estrenó en 2022 y no se puede decir que pasase desapercibida. Despertó cierto debate con su mezcla de géneros y por aspectos formales. 

Bien, me puse a buscarla sin encontrarla y, para mi sorpresa, en este momento solo se encuentra en alquiler a través de Amazon, Google Play, Rakuten... Ninguna plataforma la ofrece en su paquete de suscripción. 

Por curiosidad, comprobé la situación en que se encuentran sus otras dos películas: con Nosotros ocurre lo mismo, mientras que Déjame salir sí está disponible en Netflix y Prime Video.

Mucha oferta, pero ni por asomo toda la oferta

Admito que esta no es una situación extraña y que me suele pasar a menudo, pero quizá con Nop me ha sorprendido especialmente. Que no encuentre disponible Los sobornados, de Fritz Lang, me disgusta, pero un largometraje tan reciente y sonado como Nop me hace pensar en la vorágine de estrenos a la que nos vemos sometidos y la falsa sensación de tener todo a nuestro alcance a buen precio

Aunque se venda como tal, las plataformas no son la puerta de entrada a todas las películas y para llegar a muchas hay que ir a alquileres, compra en formato físico (algo complicado a veces) o incluso bibliotecas públicas.

Debemos borrar de nuestras cabezas el discurso de que disponemos de acceso a todo el contenido; en verdad, lo que podemos es ver mucho de los últimos años y la mayoría de clásicos conocidos. Pero en cuanto nos salimos un poco del camino por gusto, investigación o, lo mejor, recomendaciones, nos golpea la realidad.

Quien haga un cálculo de lo que suman las suscripciones a las plataformas que he nombrado más arriba dará con una cifra que no es especialmente barata. Cada vez lo es menos y el modelo de negocio está cambiando hacia una fórmula que probablemente perjudicará a los suscriptores. Al final, las empresas tienen que ser rentables, o lo que es lo mismo: menos generosas.

Mucho ha cambiado en la última década y ya hemos dejado atrás la época de esplendor y aplauso indiscriminado. Ahora tenemos más facilidades, pero seguimos encontrando multitud de obstáculos los que disfrutamos con la historia del cine, recuperando películas, buscando clásicos y repasando filmografías.

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