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Crítica de Los Bridgerton temporada 3 parte 2: Cero sorpresas en un final muy edulcorado

Los Bridgerton 3 parte 2

Crítica de la parte 2 de la tercera temporada de Los Bridgerton, que sigue desarrollando el romance entre Penelope Featherington y Colin Bridgerton. En Netflix desde el 13 de junio.

Lo prometido es deuda, así que tras el lanzamiento de la parte 1, ya tenemos en Netflix la parte 2 de la temporada 3 de Los Bridgerton. Dábamos por hecho que sería una recompensa atrasada para el espectador que sea fiel a la ficción en la medida en que sabíamos que sería el desenlace de la nueva trama: la culminación del romance entre Penelope Featherington y Colin Bridgerton.

También había unas cuantas subtramas orbitando alrededor como la maltrecha amistad con Eloise, el destino de Cressida, los nuevos intereses de Lady Violet, el compromiso de Francesca o los nuevos horizontes del libertino Benedict. 

Pero el conflicto principal era la exposición pública de la identidad de Lady Whistledown, cómo encajaría su identidad real con la de la autora del libelo y, sobre todo, si alcanzaría a hacerse con el perdón de aquellos a quienes había difamado. Todo queda resuelto, sin una sola sorpresa y alargando la historia durante los cuatro episodios (cuatro horas para cerrar el arco... wow).

Un discurso que no podemos comprar

Uno de los ejes de esta temporada es el de sacar a la luz al personaje de Penelope, interpretado por la actriz Nicola Coughlan. Y se supone que en ella la serie quiere conjurar sus demonios dando un golpe sobre la mesa y expresando claramente que no es un patito feo, sino una mujer que tiene que aceptarse a sí misma, hermosa e inteligente, tal y como es.

Muchos hilos que atar por aquí: en primer lugar, es un personaje con una autoestima frágil, con pocas dotes sociales, ninguneada por su familia y sin brillo alguno en sociedad. Esto se deriva (se supone) de su aspecto físico, su posición en la corte y el agravante de que su apellido va ligado a los looks más horteras y recargados vistos jamás. Sin belleza normativa, sin pasta y sin gusto. Combo.

 

Sería de aplaudir el hecho de que rompa el cascarón, de no ser por el pequeño detalle de que es la excepción. El resto de reparto luce un aspecto que nada tiene que ver, una extrema delgadez que en ocasiones da hasta un poco de grima, incluyendo a su interés amoroso Colin Bridgerton, un Luke Newton extraflaco. 

Bien por la diversidad, algo de lo que se jacta mucho la serie, pero el problema es que es algo anecdótico y no transversal en Los Bridgerton. De hecho hay una obsesión con embutir a Penelope en trajes en los que parece que apenas puede respirar que no le deja margen ni para moverse.

Los Bridgerton 3 - Galería de imágenes

Netflix

Hay desnudos hiperestilizados y esa pasión un tanto naif tan característica pero se queda lejos de las anteriores temporadas, configuradas como auténticas novelas rosas en movimiento. Quiere ser picante pero no demasiado, no vaya a ser que nos salgamos del corsé del amor romántico con las premisas de los cuentos de hadas decimonónicos.

Para muestra, un botón: lejos de su intención primera de dar algo de morbo, la serie ofrece, por fascículos, un trío de lo más sosainas. O se ha agotado el concepto, por repetitivo, o es que Élite ha marcado un listón demasiado alto, pero ni siquiera en esta segunda parte de la temporada 3 de Los Bridgerton consigue igualarse a sí misma. Falta chispa, magia y salsa.

Es tan patente que los personajes van a superar los obstáculos a los que se enfrentan que no hay posibilidad alguna de fallar al adivinar qué les va a suceder. Es un guión muy perezoso.

El desenlace nos deja al borde del coma glucémico con una sensación de falta de asunción de riesgos importante. Cada oveja con su pareja y listo. La audiencia, de momento, sigue ávida de la serie a juzgar por el pelotazo inmediato... sin embargo, necesita reinventarse con urgencia y esconder algo mejor sus cartas o será misión imposible mantener el interés.

VALORACIÓN:

No se le puede reprochar a la serie que no le ofrezca al espectador lo que tanto le ha gustado de otras temporadas, pero le falta sustancia: no se salta una sola coma y lo atiborra todo de un dulzor insoportable.

LO MEJOR:

El esfuerzo por seguir asombrando al espectador desde una puesta en escena que riza el rizo.

LO PEOR:

Lo previsible que es la trama, lo empalagosísimo que es el guión y el trío más soso de la historia de la televisión.
Hobby

50

Regular

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Etiquetas: Netflix