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Crítica de Clanes, la nueva serie de Netflix con Clara Lago y Tamar Novas basada en hechos reales

Clanes

Crítica de Clanes, la nueva serie de Netflix creada por Jorge Guerricaechevarría y protagonizada por los actores Clara Lago y Tamar Novas. Estreno en Netflix el 21 de junio.

¿Otra serie sobre el narcotráfico basada en hechos reales? Sí, Clanes es otra más, aunque esta vez con un sello interesante detrás: el del reputado guionista Jorge Guerricaechevarría, que ya colaboró con Daniel Calparsoro en la creación de la serie Hasta el cielo y aportó la idea original de Desaparecidos, además que hacerse cargo de la recién cancelada (para nuestra desgracia) 30 monedas.

En el horizonte ya tiene otro proyecto seriéfilo en el que volverá a colaborar con Álex de la Iglesia, con quien lleva trabajando desde el corto Mirindas asesinas, que lanzará también en Netflix: 1992. Una serie ambientada en la Expo del 92 con asesinatos y giros locos.

Aunque su recorrido en cine es mucho más conocido si tenemos en cuenta que fue el autor de los libretos de Celda 2011 y de Las leyes de la frontera, que le reportaron sendos Goya, por no nombrar joyas como Perfectos desconocidos o El cuarto pasajero.

Clanes se compone de siete episodios de unos 45 minutos de duración y ficciona hechos reales tal y como aclara antes del primero para que la audiencia tenga claro que se ha cambiado la historia para hacerla más atractiva.

Narcolanchas y una muerte que lo cambia todo

Ana es una abogada altamente cualificada que ejerce su profesión en Madrid. La inesperada muerte de su padre, asesinado a sangre fría en el barco que capitaneaba en Fuerteventura para ganarse la vida, hace que descubra que había tenido otra vida anterior en Cambados. En pocas palabras, para ella era un desconocido.

Decidida a indagar por su cuenta y buscar a los culpables de su muerte para hacerles pagar por sus acciones, Ana decide instalarse en el pueblo gallego en el que el clan de los Padín, que manejan el narco de la zona, tiene amedrentado a todo el mundo. 

 

Mientras el patriarca permanece en prisión, Daniel, su hijo, asume el mando y controla las operaciones. La llegada de Ana no pasa desapercibida ni para él ni para quienes quieren acabar con la mafia local, entre quienes se encuentran las Raposas, que tienen la licencia del Bar del puerto y una enemistad profunda fraguada durante muchos años.

Tras los talones de los Padín está también la policía, con menos medios que ellos para atraparlos en las aguas, pero con el firme objetivo de ponerlos delante del juez, aún a riesgo de poner sus vidas personajes en juego.

¿Es interesante lo que cuenta Clanes? Desde luego que sí: profundiza en problemas que soiguen vigentes a día de hoy y tiene momentos en los que aflora la tensión y toma el mando la acción.

Son aquellos en los que está a punto de producirse una entrega o un intercambio y hay un duelo entre la policía y los traficantes, que se valen de muchos recursos para salir del paso como tirar la mercancía al agua y señalizarla con balizas o salir a toda velocidad, con persecuciones que pueden llegar a tener desenlaces trágicos.

Sin embargo, la serie no está tan centrada en denunciar el impacto del negocio en la zona (aquí fue mucho más incisiva Fariña, por ejemplo) como en contar las historias concretas de los personajes principales, la naturaleza de sus relaciones y un desenlace que aúna drama y venganza. 

Esto es, tiene cierto cariz culebronesco que le resta fuerza a la corrupción policial, las redes internacionales y los entramados para mantener los ingresos derivados del tráfico de droga. Tampoco se ven las consecuencias de su consumo ni hay propósito firme de demostrar el nivel de degradación moral que hay que tener para vivir de ello.

A pesar de la experiencia y la pericia de Guerricaechevarría, en esta ocasión el guión tiene algunos problemillas como el de meter el acelerador de una manera impresionante en el sexto episodio, con varios giros que lo cambian todo. Y un montaje abrupto que a veces despista un poco (además de detenerse en flashbacks que no aportan demasiado al desarrollo).

Pero también hay disonancias musicales con una banda sonora ecléctica que opta por el trap en los momentos románticos ¿? y temas corales mucho más acordes a lo que cuenta la serie en el desenlace.

Por lo demás, el reparto es atractivo y sobre todo los cabezas de cartel, Clara Lago y Tamar Novas, se desempeñan sin problemas, aunque su química en pantalla sea limitada.

Los robaescenas están en un segundo plano y funcionan todavía mejor: hablamos de María Pujalte (Los misterios de Laura), que luce una infame caracterización (en serio, ¿por qué esos pelucones?), Melania Cruz (Rapa), Xosé Antonio Touriñán (Atasco), Diego Anido (As bestas), quien protagoniza la más brutal de las secuencias de la serie o Julius Cotter (Operación Marea Negra).

En resumidas cuentas, Clanes es una serie funcional que cuenta con un solvente diseño de producción, pero que no va a revolucionar el panorama de las series del género. Es más, se percibe ya cierto cansancio de la temática. 

VALORACIÓN:

A pesar de que el tema da obvios signos de agotamiento, aquí tenemos otro thriller policiaco en torno al narcotráfico basado en hechos reales. La historia es curiosa (y con un punto culebronesco), pero la ejecución no es plenamente satisfactoria.

LO MEJOR:

Que queda cerrada: una segunda temporada sería una pésima idea.

LO PEOR:

¡Las pelucas! ¿Por quééééééééé? Y, como siempre, los flashbacks de turno.
Hobby

60

Aceptable

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