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Crítica de El club de los buenos infieles, con Adrián Lastra

El club de los buenos infieles
Crítica de El club de los buenos infieles, una comedia escrita y dirigida por Lluis Segura y protagonizada, entre otros, por con Adrián Lastra, Fele Martínez y Jordi Vilches. En cines a partir del miércoles 28 de marzo de 2018.

Lluis Segura debuta como guionista y director de El club de los buenos infieles, una irregular comedia más propia de los años 70 que de la actualidad, en la que la idea parece ser radiografiar la pareja en crisis desde una óptica humorística. Según sus propias declaraciones, la historia tiene su origen en las experiencias que le han ido contando algunos de sus amigos, que son o han sido infieles a sus parejas.

Arranca como si de un documental se tratara: con una serie de hombres hablando a la cámara sobre los acontecimientos que les llevaron a crear el llamado “club de los buenos infieles”.

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Cuatro amigos de la infancia, algunos de ellos casados y con hijos, se reencuentran por casualidad en una cena para exalumnos que termina en borrachera. Cuando recuperan esa intimidad que tenían de jóvenes, comienzan a confesar que echan de menos el sexo ya que o bien no tienen ocasión de practicarlo con sus actuales parejas o bien ya no las desean como antes.

Decididos a recuperar la sensación de riesgo y de aventura que sentían al “tomatear” (ligar) deciden crear un club de infieles para viajar por toda España y recuperar el deseo perdido, acostándose con otras mujeres.

A la vista de los pésimos resultados de su empresa en sus primeros intentos (demasiado mayores para las discotecas, demasiado jóvenes para los guateques de octogenarios), decidirán contratar a un profesor de seducción, que les dará las claves para conseguir atrapar con sus encantos a las mujeres.

Un monumento al falocentrismo fuera de lugar

Lo que más sorprende de El club de los buenos infieles es el momento en el que llega. Parece más una provocación que un intento de arrancar las carcajadas a los espectadores, entre los cuales como es evidente habrá hombres y mujeres… Estas últimas no creemos que encuentren demasiadas líneas divertidas y es improbable que el público masculino sienta la complicidad que se pretende con el grupo protagonista. Por el cambio de siglo, sobre todo.

Que a día de hoy las relaciones sexuales se sigan planteando en términos de caza como si las mujeres fueran gacelas y los hombres leones da bastante penita, pero que además se utilice reiteradamente la metonimia para referirse al género femenino como si de un objeto se tratara con preciosas acepciones como “raja”, “agujero” o “chochito” parece más propio de los tiempos de Pajares y Esteso, en los que ver los tobillos a una mujer era ya toda un revolución sexual.

El club de los buenos infieles

Si la película utilizase al menos los elementos con los que juega con algo de humor... Todos tenemos un amigo capaz de hacer chistes obscenos graciosos que seguramente es el único al que no le partiríamos la cara porque nos hace gracia. Pues esta película es el otro amigo, el que quiere ser un Pepe Colubi pero carece de su ingenio.

Entre los actores hay que destacar a Fele Martínez, que con la parodia del orgasmo de Meg Ryan de "Cuando Harry encontró a Sally" toca fondo, a Hovik Keuchkerian, que os resultará familiar por su aparición en Assassin's Creed y Jordi Vilches, que vuelve a ser Jordi en una ficción como ya lo fuera antes en Murieron por encima de sus posibilidades y La maniobra Heimlich. Juanma Cifuentes, Alberto Esparza y Raúl Fernández de Pablo completan el elenco principal pero es ese maestro de la seducción interpretado por Adrián Lastra, empeñado en utilizar anglicismos que ni sabe pronunciar, es quizás el personaje que, por caricaturizado, es más divertido de los que pueblan este despropósito de película, de las peores que van a llegar a cartelera en estos primeros meses del año.

Quizás, la próxima vez vivamos el subidón antes que la resaca

A favor de El club de los buenos infieles hay que decir que parte de un presupuesto ínfimo de 60.000 euros (damos fe de que se nota que la financiación es exigua) y que el proyecto ha estado cinco años dando tumbos hasta conseguir distribución… aunque eso sigue sin justificar muchos de los problemas de la cinta que están más en su ADN que en su plasmación (a fin de cuentas no deja de ser una peli pequeña que no requiere tampoco de tantos elementos).

El club de los buenos infieles

Desfasada por completo en su enfoque y sacada adelante a base de pura cabezonería cabe plantearse una pregunta que viene muy a cuento: ¿realmente la historia merecía llegar a las carteleras? Viendo la nota, es fácil que extrapoléis nuestra opinión. Y el problema es el enfoque: en vez de reírse de un grupo de personas fuera de lugar, pretende hacernos empatizar con ellos y unirnos a su farra en plan Resacón en Las Vegas… Pero lo único que nos deja es el bochorno y el dolor de cabeza del día después.

VALORACIÓN:

Pocos atractivos para una película que ni en la forma ni el fondo llega a tener un mínimo de calidad. Como comedia es muy floja, está rodada de forma precaria y las interpretaciones tampoco son ninguna maravilla, amén de un guión que por momentos da vergüenza ajena.

LO MEJOR:

Hay momentos puntuales al principio de la película, cuando aún no sabes bien de qué va, que son curiosos.

LO PEOR:

La sobreexplotación de un temazo como “En el límite del bien y del mal” de La Frontera y ser testigo del declive interpretativo de Fele Martínez.
Hobby

35

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