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Crítica de Deadpool y Lobezno: comedia de desparrame y sentido homenaje

Deadpool y Lobezno graban juntos un podcast para promocionar la nueva película de Marvel, aunque no termina demasiado bien
Foto del redactor Raquel Hernández LujánFoto del redactor Raquel Hernández Luján

Crítica de Deadpool y Lobezno (Deadpool & Wolverine), la comedia gamberra dirigida por Shawn Levy y protagonizada por Ryan Reynolds y Hugh Jackman. Estreno el 25 de julio.

Después de todos los baches que ha venido atravesando el género, acusando la famosa fatiga del cine de superhéroes, hacía falta aplicar una fórmula más ecléctica para desengrasar que aliviara las alforjas pero poniendo en valor el trabajo desarrollado durante décadas. Sin más, Deadpool y Lobezno es lo mejor que le ha pasado a las pelis de superhéroes en mucho tiempo.

Puede que uno de los mayores temores de aquellos que hemos venido disfrutando de ellas es que el guión se pasara de frenada destruyendo iconos, pero hace algo mucho más difícil y satisfactorio: se burla de todo y de todos, pero sin dejar de rendir homenaje a lo que funcionó de perlas, a lo que no funcionó ni un poco y a lo que se quedó en fase de gestación. 

No hay nada sagrado, no hay líneas rojas en el humor (y si las hay, se traduce en cachondeo adicional) y nada parece imposible. Deadpool y Lobezno es muy original y rompedora... no tanto por los abundantes chistes sexuales sino por saber compaginar a dos personajes tan antitéticos abocados a un eterno y violento bromance y hacer gala de una nostalgia sanísima y hasta edificante.

¡Y violencia a espuertas claro! Con coreografías imposibles, secuencias multitudinarias y una palada bien grande de obscenidades.

La película arranca con el mercenario bocazas desenterrando el cadáver de Lobezno para comprobar que... eso, está cadáver. Su universo ha perdido su "ancla", que no era otra que Logan, y está condenado a ir pudriéndose poco a poco. La misión de Paradox, un funcionario de la AVT, es supervisar su extinción, pero decide acelerar el proceso, abocando a los amigos de Wade Wilson a morir.

Cuando Deadpool trata de deshacer sus planes sustituyendo al entregado Logan muerto por una variante algo menos heroico, Paradox los destierra al Vacío, una suerte de purgatorio repleto de superhéroes confinados y atemorizados por la poderosa Cassandra Nova, una mutante alfa capaz de meterse en la mente de cualquiera.

 

Hay tantas cosas buenas en Deadpool y Lobezno que nos va a llevar un rato desglosarlas todas y sin spoilers. Lo primero que funciona como un reloj suizo es el montaje. Solo los títulos de crédito iniciales son para quitarse el sombrero. Y buena parte del éxito del montaje de las imágenes es el ritmazo que le imprime una playlist arrolladora repleta de exitazos de NSYC, Madonna o Chris de Burgh. 

La trama de la película en sí es relativamente sencilla: en verdad un espectador que no haya visto nada antes, ni siquiera las dos anteriores de Deadpool, va a tener la información básica para disfrutar de una comedia gamberra, pero quien quiera disfrutarla más, debería tener visto, al menos, algo del universo de los X-Men, especialmente Logan, y la serie Loki.

Aunque quienes disfrutarán a fondo serán los comicófilos para los cuales hay un festín de referencias en lo relativo al aspecto de los personajes con variantes de todo tipo, sus atuendos característicos propios de etapas concretas de las publicaciones de los cómics y apariciones en segundo plano de personajes muy chulos. Evitamos spoilers, pero es un banquete de detalles desternillantes.

Una de las constantes es el humor autorreferencial y metalingüístico: Deadpool reparte leña en todas direcciones: a las compañías que lo han alumbrado que son Fox y Disney; a los clichés del género, a las etapas del UCM, a los actores y actrices que interpretan los roles de la película e incluso a sus carreras más allá de la actuación.

Si en las dos primeras películas de Deadpool Masacre podía llegar a resultar cargante, ahora tiene el contrapeso de Lobezno, que no podría ser más distinto a él: parco en palabras, austero, honorable... Y Hugh Jackman de verdad que lo borda una vez más en una nueva iteración distinta pero también conmovedora

Así que, ¡sorpresa! Deadpool y Lobezno es cachondeo de principio a fin, pero también tiene la capacidad de resultar resonante y emotiva de formas que no eran fáciles de prever: rescatando supers, dignificando a los personajes olvidados y poniendo en valor toda la carrera del actor australiano desde que comenzó su andadura como Wolverine en la primera cinta de los mutantes del año 2000...

El diseño de producción tampoco ha escatimado en medios: los efectos especiales lucen de maravilla, con mucho gusto por lo artesanal (grúas, cables, especialistas) y uso de CGI solo cuando es imprescindible. Más dos adiciones al reparto que funcionan muy bien: Matthew MacFadyden (Succession) como Paradox y Emma Corrin (The Crown) como la malvadísima Cassandra Nova.

Solo dos apuntes: hay un montaje de películas anteriores en los créditos finales y una escena postcréditos bastante graciosa que no apunta al futuro sino a aclarar lo que sucede en un momento dado en la peli. Dos buenas jugadas, como la de dedicarle la película al recientemente fallecido director de arte Ray Chan.

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VALORACIÓN:

Tan divertida, transgresora y bruta como cabía esperar: Deadpool y Lobezno es lo mejor que le ha pasado al cine de superhéroes en mucho tiempo.

LO MEJOR:

Hugh Jackman está inmenso, los cameos son muy divertidos, igual que su bromance con Ryan Reynolds, y es emocionante el homenaje a los supers.

LO PEOR:

El humor del mercenario bocazas a veces es excesivo: hay algunsos gags que pinchan.
Hobby

82

Muy bueno