Crítica de Élite temporada 8, el disparate llega a su fin emulsionado en sexo, drogas y un nuevo asesinato

El desenlace definitivo de Élite, tras seis años en producción y funcionar como uno de los productos estrella de Netflix, ha llegado a la plataforma con el lanzamiento de la octava y última temporada. Son ocho episodios de entre 45 y 55 minutos de duración que vienen a servir de cierre, pero no de colofón, para una serie tan criticada y controvertida como consumida en masa.

Después de haber servido de cantera para descubrir y lanzar la carrera de numerosos intérpretes: María Pedraza, Miguel Bernardeau, Arón Piper, Ester Expósito... fue, paulatinamente, dejando en el retrovisor la verosimilitud (si es que llegó en verdad a tenerla) para dejar en un segundo plano la premisa principal de contraponer clases sociales para ahondar en el morbo gratuito.

Fiestas elefantiásicas, un reparto bien nutrido de bellezas locales y exóticas, todas testadas en escenas eróticas de diverso calibre, consumo indiscriminado de drogas y alcohol y comportamientos tóxicos de toda índole se han acabado convirtiendo en "sota, caballo y rey" temporada tras temporada en una caída libre sin discurso en el que ampararse.

Y mira que lo han intentado acudiendo a cierta idea de "conciencia social" derivada de la xenofobia, la aceptación de las enfermedades mentales, la denuncia del maltrato y la violación o la corrupción.

Ha habido momentos en esta montaña rusa de desenfreno en los que Élite ha pretendido ponerse seria y enarbolar alguna que otra bandera, sin demasiado éxito, al entrar en colisión con el tono de la serie.

La temporada 8 de Élite es la segunda parte de un díptico que arrancó en la anterior. Pero el guión es tan vago, que no se molesta ni en cerrar todas las tramas secundarias. Los personajes dan bandazos, la línea temporal fragmentada no sirve para disimilar las abundantes incoherencias argumentales y no hay ni nostalgia, más allá de las menciones a Samuel y el descafeinado regreso de Nadia.

Una pseudosecta, prostitución de lujo y Las Encinas patas arriba

Élite 8 no esconde sus intenciones: a los quince minutos de haber arrancado ya tenemos un nuevo cadáver, un encuentro en las duchas y la presentación de dos nuevos personajes: Emilia y Héctor, que van a traer el caos al privilegiado centro de estudios en el que nadie estudia.

Son dos hermanos que lideran Alumni, la asociación de antiguos alumnos de Las Encinas que supone la élite de la élite. No es fácil ni barato entrar, pero hacerlo supone entrar en una red de contactos que asegura un cómodo futuro a sus integrantes. Hay que tener un padrino o madrina y superar una serie de pruebas para vestir la chaqueta de doble ribete de color (¿quién da más?).

Isa y Chloe compiten por hacerse con el favor de Emilia mientras que Joel obsesiona a Héctor, que no para de perseguirlo. Pero los problemas económicos de Isadora Club amenazan con destrozar la popularidad de su dueña, que busca desesperadamente la forma de reflotar el negocio.

Omar trata de recuperarse y recibe la visita de su hermana mientras que Dalmar, muy agobiado por su asunto sin resolver con inmigración, decide chantajear a Carmen para obtener dinero a cambio de no mostrar el vídeo que la incrimina en la muerte de Raúl.

Pues con estos mimbres... ya es de imaginar lo que se va a encontrar la audiencia: más de lo mismo. Una nueva e imposible trama de asesinato en la que los policías parecen más críos que adultos y el habitual "todos contra todos" que lleva a romantizar comportamientos abyectos que hacen que Kind of Kindness parezca un paseo por las nubes.

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Todos los personajes parecen ser expertos en obligar a otros a hacer lo que no quieren pero el desenlace parece ser un descargo de responsabilidad tras ocho temporadas sirviéndonos el mismo plato recalentado. Es como un enorme letrero autoparódico en el que se lee: "Eh, que todo era purita fantasía y lo sabíamos". 

Tiene su gracia, pero cuela a medias teniendo en cuenta que Élite nunca ha sabido utilizar su popularidad para alcanzar a la audiencia joven para darle algún que otro mensaje positivo en lo que se refiere a sexualidad, autoconcepto o relaciones con los demás ya sea físicamente o a través de redes sociales.

Ojo, cuidado, que aunque ahora esté cadáver, lo mismo no hay demasiado tiempo para velarlo: el tono de insti pervertido se traslada al hospital en Respira y ya hay candidata a sustituir esta serie con Olympo. Élite será siempre la serie con la que comparemos sus muchas fotocopias, para bien o para mal. 

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Etiquetas: Netflix