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Crítica de Eric, la miniserie dramática de Netflix protagonizada por Benedict Cumberbatch y repleta de tramas

Benedict Cumberbatch Eric

Crítica de Eric, la miniserie dramática de Netflix protagonizada por un entregado Benedict Cumberbatch que aborda muchos problemas distintos. Estreno este 30 de mayo de 2024.

Seis episodios de cerca de una hora de duración componen Eric, la serie protagonizada por Benedict Cumberbatch para Netflix en la cual interpreta a un padre en apuros.

No es un medio en el que se prodigue demasiado en los últimos tiempos, pero suele dejar huella: además de su laureado papel protagonista en Sherlock participó en series como La corona vacía o Patrick Melrose y le ha prestado su voz a su personaje Strange en la versión animada de ¿Qué pasaría si...? 

En esta serie asume el papel principal dado que su historia sirve de hilo conductor para abarcar una realidad mucho más grande. Y aquí es donde Eric tiene dificultades: está saturada de subtramas que no tienen suficiente recorrido como para poder ser exploradas en profundidad, lo que hace que caiga en el terreno de lo inverosímil.

Hora de sacar el monstruo que llevamos dentro

Vincent es el cofundador y principal marionetista de un programa infantil llamado Good Day Sunshine, pero atraviesa un periodo conflictivo con su pareja y abusa del consumo de alcohol, lo que produce constantes discusiones en el hogar.

Adicionalmente, la ciudad de Nueva York empieza a acusar los problemas de la gentrificación: cada vez hay más personas sin techo y el consumo de drogas duras hace estragos entre la población más vulnerable.

 

En este explosivo contexto, desaparece el hijo de Eric cuando se dirige al colegio. Y ninguna de las pistas es alentadora: meses atrás otro muchacho se desvaneció sin dejar el más mínimo rastro y su camiseta aparece ensangrentada detrás de un contenedor.

Vincent encuentra los bocetos de su hijo, que había creado un nuevo personaje para el show de su padre. Se trata de Eric, un monstruo blanco y azul, de gran tamaño y cuernos que parece asociar a la figura de su padre. Desesperado por encontrarlo, decide crearlo y mostrarlo en televisión.

Eric no es una serie basada en hechos reales, pero se alimenta, indiscutiblemente, de ellos. En ese Nueva York de finales de los 80 y principios de los 90 devastado por la epidemia de crack en la que los robos, los asesinatos, la indigencia y la degradación de la convivencia llegaron a límites insostenibles.

Para que esto fuera así, se tenían que dar ciertas condiciones como una corrupción policial más que patente y una desgaste de las instituciones rayana en la dejación de funciones.

Eric tiene algunos aciertos indiscutibles como el de plasmar a la perfección ese deterioro generalizado que se convierte en vulnerabilidad, sobre todo de los menores que nos puede traer a la mente documentales como el de Crimen y desaparición en Atlanta: los niños perdidos

Pero también tiene un problema capital, que es el de tener una gravísima crisis identitaria: no sabe si quiere ser un thriller policial, como sugiere su estructura, en la que vamos reconstruyendo los hechos y añadiendo información de forma paulatina; o bien un drama familiar centrado en las malas decisiones de los adultos respecto a la educación de los hijos.

De hecho, aborda también todo ese trasfondo social en el que se abre un melón más, el de la salud mental. A partir de un determinado momento, Eric se presenta ante Vincent, a quien interpela y reprocha su actitud. Y solo él puede verlo, de modo que queda patente que padece algún tipo de transtorno que le lleva a comportamientos límite.

Eric es, por tanto, una serie difícil, intensa y en ocasiones tremendamente dura y desagradable, pero su mayor problema es el de estar resuelta con prisa. 

Cuenta con estupendas interpretaciones y los giros hacen que estés pendiente de la pantalla para conocer el desenlace, pero no está a la altura. El último episodio da respuestas a todo y sirve de cierre, aunque nada satisfactorio.

Quizás habría merecido la pena centrarse en menos cuestiones y analizarlas mejor o bien haber permitido que las piezas encajaran con más naturalidad con un par de episodios adicionales que le dieran espacio a los personajes para respirar un poco. 

VALORACIÓN:

Eric es uno de esos extraños casos en los que lo tienes todo para conseguir un resultado excelente y no lo consigues por pura saturación: no sabe si quiere ser un thriller policial, un drama familiar, un alegato social o un retrato de los estragos de las enfermedades mentales. Pierde pegada al carecer de un foco fijo.

LO MEJOR:

Las interpretaciones y las intenciones: a lo largo de su metraje la serie quiere abordar un sinfín de cuestiones.

LO PEOR:

El que mucho abarca poco aprieta: no profundiza en nada y al final se resuelve de una manera insatisfactoria y facilona.
Hobby

60

Aceptable

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Etiquetas: Netflix