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Crítica de Flavors of Youth, anime de Netflix por los creadores de Your Name

Flavors of Youth
Foto del redactor Raquel Hernández LujánFoto del redactor Raquel Hernández Luján
Los creadores de Your Name traen para Netflix el anime Flavors of Youth. Os contamos qué nos ha parecido este nuevo drama de la plataforma de vídeo bajo demanda.

Hay poesía en Flavors of Youth y por ello este tríptico de historias independientes conseguirá llegar con facilidad al espectador. Máxime si éste ya disfrutó con Your Name, el anime más taquillero de la Historia, ya que el estudio es el mismo y comparte con esa película algunos detalles muy significativos de los que os vamos a ir hablando a lo largo de este texto.

Por desgracia, las dos primeras historias, tituladas "Fideos de arroz" y "Nuestro pequeño desfile", parecen llegar a un final precipitado (daban para más), mientras que la tercera, "Amor en Shangai", la más redonda, sí que ajusta mejor los tiempos para alcanzar un clímax interesante y dejar al espectador la tarea de imaginar qué sucede tras su conclusión. Se puede decir que va de menos a más y el sabor de boca que deja es dulce.

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Aunque las tres comparten temática (la memoria, la nostalgia y la zozobra ante la madurez) y aspectos narrativos (la utilización de un narrador y la inclusión de flashbacks de la niñez), también hay que señalar que al conjunto le falta algo de empaque y de coherencia interna para formar un todo. A fin de cuentas, los personajes no interactúan y sus tesituras vitales son muy distintas, por más que en todas ellas haya esos elementos comunes.

Si habéis leído "En busca del tiempo perdido", conoceréis el famosísimo pasaje de "la magdalena de Proust". En el primer tomo de su obra, "Por el camino de Swann" el protagonista de su relato nos narra lo siguiente. “En el mismo instante en que ese sorbo de té mezclado con sabor a pastel tocó mi paladar… el recuerdo se hizo presente… Era el mismo sabor de aquella magdalena que mi tía me daba los sábados por la mañana. Tan pronto como reconocí los sabores de aquella magdalena… apareció la casa gris y su fachada, y con la casa la ciudad, la plaza a la que se me enviaba antes del mediodía, las calles…”.

Algo similar sirve de punto de partida del primer relato de Flavors of Youth: en este caso, el detonante es la sopa Xin Jian. Un recuerdo de niñez queda encapsulado en los sabores, los colores, las texturas y el aroma de una deliciosa sopa que se convierte de alguna manera en el vehículo que la historia utiliza para contarnos la vida de un solitario, tímido y nostálgico joven que nunca vuelve a encontrar un plato tan delicioso como el que tomaba en su infancia. Ni a vivir las mismas sensaciones de placidez y felicidad que se entremezclaban con el acto de consumir ese manjar.

La segunda narración de este anime de Netflix nos lleva por un sendero diferente: el del miedo a envejecer o, más bien, el miedo a dejar de encajar en el canon que nos impone nuestro entorno. El mundo de la moda queda retratado como esa eterna fábrica del culto a la juventud y a la inmadurez que se plasma en la aversión por los cuerpos femeninos desarrollados y con curvas. Y es de nuevo la infancia de la protagonista (gracias a su hermana), la que la devuelve a la realidad. En este caso, es la tela de un vestido rojo lo que la retrotrae a su esencia y le permite recuperar la estabilidad emocional.

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En el tercer relato de Flavors of Youth encontramos una historia de amor frustrado por la asincronía de los dos principales personajes. Las cintas de cassette forman el puente comunicativo entre ambos que en un momento dado se rompe. Y de esta manera se introduce un nuevo tema: el paso del tiempo. La forma en la que la sociedad cambia y se transforma, la manera en la que la tecnología nos va separando de nuestro pasado.

La iluminación, los arriesgados tiros de cámara y la plasmación del entorno, ya sean los magníficos entornos urbanos o los paisajes naturales y, sobre todo, los fenómenos meteorológicos como la tormenta, la lluvia o el pleno sol, aportan constantemente información a las tramas, mostrando de una forma telúrica el estado de ánimo de los personajes y por otra, embelleciendo de forma notable los escenarios. Algo que, por cierto, era una de las señas de identidad de Your Name.

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Las tres historias, como decíamos más arriba, comparten esas evocaciones de una felicidad pasada que en principio nuestros protagonistas no volverán a conocer, al menos, no del mismo modo, por eso es tan importante la sensorialidad. A lo mejor, con el paso de los años, olvidamos el rostro de un ser amado o la vida nos lleva por caminos insospechados, pero puede que por pura casualidad nos topemos con el mismo aroma de su perfume y por un instante nos veamos catapultados al pasado con una viveza insólita.

El visionado de Flavors of Youth merece la pena siempre y cuando se tenga claro que los sentimientos están a flor de piel en todo momento y desde el comienzo.

Quizá no sea una película de animación imprescindible y puede que no sea lo más recomendable en caso de estar pasando por un momento de bajón, pero esta película de anime sí que tiene cualidades plásticas y elementos lo suficientemente atractivos para recomendar invertir el tiempo en ella. Sobre todo, si se está abordando ese a veces doloroso trance de alcanzar cierto nivel de madurez, reconciliándonos con nuestro pasado, dejándolo ir sin olvidarlo del todo para dejar que en nuestras vidas entren cosas nuevas conservando nuestra esencia. Ser un girasol, buscando siempre la luz.

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VALORACIÓN:

La nostalgia es la nota predominante en el tríptico Flavors of Youth, la nueva película de los creadores de Your Name para Netflix. Historias delicadas y una iluminación fascinante vuelven a ser las constantes vitales de esta obra.

LO MEJOR:

Es fácil que el espectador se identifique con alguno de los personajes de estas tres historias: son creíbles y accesibles.

LO PEOR:

No es apta para depresivos: aunque todas las historias llegan a un punto esperanzador, en conjunto es una película muy triste.
Hobby

70

Bueno