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Crítica de De naturaleza violenta, un slasher diferente pero disfuncional

De naturaleza violenta
Foto del redactor Raquel Hernández LujánFoto del redactor Raquel Hernández Luján

Crítica de De naturaleza violenta (In a Violent Nature), el slasher del canadiense Chris Nash que está despertando reacciones de lo más viscerales. Estreno el 17 de julio.

Ha venido cosechando toca clase de alabanzas porque, definitivamente, De naturaleza violenta es un slasher poco convencional. Y eso es mucho decir cuando estamos hablando de un subgénero de reglas tan definidas y reconocibles.

La cinta consigue hacer algo nuevo con solo cambiar la cámara de posición y hacernos testigos de las andanzas del asesino. Ojo, no tenemos su perspectiva (la idea no es tener una cámara subjetiva) sino que lo seguimos la mayor parte del tiempo.

Chris Nash es un director que, al igual que Damien Leone (creador del universo Terrifier), viene del mundo de los efectos especiales, pero ha cumplido su sueño de escribir y dirigir con este proyecto que, como decimos, es de lo más particular a nivel formal, si bien nunca deja de tener en mente sus referentes fundamentales.

El protagonista es Johnny, el asesino. Es a quien seguimos durante todo el metraje desde que "despierta" pero, en algunas ocasiones puntuales, nos quedamos con sus potenciales víctimas de manera que su presencia se convierte en una amenaza exasperante: sabemos que está ahí, pero no si va a atacar ni cuándo va a hacerlo.

En verdad sus capacidades no se corresponden con las de un ser humano normal, algo que queda patente desde el momento en el que lo vemos emerger del suelo.

Entre las decisiones más arriesgadas de la película está el privarla de una banda sonora: una decisión consciente para buscar un naturalismo formal que choca de frente con lo fantástico del personaje, que es una suerte de zombi redivivo que encarna el mal absoluto... en comunión con Michael Myers o Jason Worhees, es como un personaje de síntesis.

 

Otra de las diferencias con todas las películas que hemos visto antes que ésta es la dilatación de los tiempos. Nash no tiene miedo de seguir al asesino por el bosque durante minutos que parecen interninables, o hacernos presenciar una larga conversación en la que se masca la tensión: juega con las expectativas de los espectadores para mantenerlos eb vilo.

Esto no deja de ser un arma de doble filo porque igual que habrá quien "compre" la propuesta, habrá quien se aburra soberanamente en el cine.

Una de las principales virtudes de De naturaleza violenta es que nunca sabes qué va a pasar. Sí que vas a presenciar una carnicería, pero el cuándo y el cómo son las incógnitas a resolver en una película que, en verdad, es difícil en la medida en que reclama mucha paciencia.

De naturaleza violenta (In a Violent Nature) (2024)

Shudder Films

Decía el maestro Stephen King que la había disfrutado mucho, porque hay que esperar a la sangre, pero cuando llega lo hace a cubos. Y tiene razón, solo que el hiperrealismo de la puesta en escena de cintas como Terrifier y su secuela, no se alcanza en esta película. Hay un buen trabajo de maquillaje y protésicos, pero es una producción muy modesta y se nota.

Por todo lo mencionado anteriormente podemos sacar varias conclusiones: es un homenaje al género de principio a fin, pero busca renovar la fórmula estableciendo un juego con la audiencia: ir componiendo el puzle a partir de las conversaciones de los personajes y adivinar si alguno de ellos quedará libre al final.

En muchos aspectos roza lo experimental. No hay banda sonora, el final es anticlimático, las muertes están repartidas en raptos de hiperviolencia diseminados por la narración, nuestro protagonista no dice una sola palabra... 

De naturaleza violenta

Selecta Visión

De naturaleza violenta está en las antípodas de una frenética película de terror, pero te mete cierta ansiedad en el cuerpo, como Longlegs. Ambas películas utilizan varios recursos similares tales como esconder el rostro de los asesinos, la irrupción de lo paranormal y la atmósfera para arraigar un mal rollo en los espectadores descomunal.

Son 94 minutos a lo largo de los cuales hay tiempo para tener los pelos de punta (inmejorable la secuencia del campamento cuando los personajes frente al fuego nos hacen saber cuál fue la vida de Johnny), pero también para sufrir cierto tedio de seguir la nuca de Johnny por el bosque. 

Hay suficientes elementos (máscara y armas reconocibles, una historia de origen truculenta, un modus operandi brutal, asesinatos originales) como para que se erija como primera piedra de un universo ficcional propio, pero se agradecería algo más de agilidad en los tiempos muertos. El mismo enfoque, de nuevo, perdería toda la frescura.

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VALORACIÓN:

Nash ofrece una nueva perspectiva para un género archiexplotado: se agradece el riesgo, pero la película acusa los abundantes tiempos muertos. Tiene atmósfera y estallidos de violencia, pero pueden saberle a poco a los espectadores más exigentes.

LO MEJOR:

Hay momentos en los que Nash hace alarde de un doominio espectacular de la tensión.

LO PEOR:

La propuesta se diluye en los tiempos muertos: demasiados y demasiado largos.
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