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Crítica de Respira, la nueva serie del creador de Élite para Netflix... que necesita respirar

Respira
Foto del redactor Raquel Hernández LujánFoto del redactor Raquel Hernández Luján

Crítica de Respira, la nueva serie de Carlos Montero, el creador de Élite para Netflix, con Najwa Nimri, Aitana Sánchez-Gijón, Blanca Suárez, Manu Ríos y Borja Luna.

El 30 de agosto llega a Netflix la primera temporada de la serie Respira, firmada por Carlos Montero, el creador de Élite. Se trata de una serie de ocho episodios que se desarrollan en el ficticio hospital valenciano Joaquín Sorolla y que trasladan, como no podía ser de otra manera, muchos aspectos de su sello personal, que tanto éxito le ha procurado a la plataforma.

Al igual que su antecesora, es una ficción que viene REPLETA DE TODO. En primer lugar, de ambiciones: sirve un cliffhanger final para quien se quede con ganas de más y empotra toda clase de tramas en sus episodios que van de los 40 a los cincuenta y pico minutos de duración.

Esto implica, claro está, una constante intromisión de las vidas personales de los facultativos que ejercen en el centro sanitario en sus quehaceres diarios (no deja de ser una telenovela estilizada) que le aporta un manto de inverosimilitud a todo lo que nos cuenta.

Algo que se ve agravado por una cronología confusa a más no poder: nunca tienes claro cuánto tiempo ha pasado entre un suceso y otro, pero el caso es que los acontecimientos se atropellan unos a otros y terminan por perder cualquier atisbo de coherencia.

Por no hablar del hecho de que la serie padece el síndrome de "pueblo pequeño". Todo le pasa a los mismos personajes y cada día hay un espectacular reto por delante: una masiva intoxicación alimentaria, una huelga de brazos caídos sin servicios mínimos, un incendio, un caso de violación, un apagón general y paradas cardiorrespiratorias para aburrir.

 

¿Pero cómo vas a respirar si no te dan tiempo?

Respira nos desplaza a un hospital al borde del colapso: Biel y Rodrigo son dos residentes que se dejan la piel cargando scada día u agenda de guardias y horas extra, a lo que tienen que sumar sus propios problemas personales.

Ellos, como el resto de sus compañeros, asisten a la división de sus mentores: por una parte, el doctor Moa abandera un insurrección total contra el sistema para evitar la privatización la sanidad pública y se adhiere a una huelga salvaje; por otra, la doctora Amaro presiona para seguir tratando a los pacientes con normalidad sin secundar a sus compañeros.

Todos correrán al filo de la navaja cuando ingrese un peso pesado de la política local, que termina siendo víctima de sus propios recortes si bien se defenderá para salir adelante sin cejar en sus prácticas abusivas.

Una de las manifiestas aspiraciones de Respira es la de lanzar un mensaje político alzando la voz en favor de la sanidad pública... pero, pero, pero... es mayor su voluntad de abrazar el espectáculo y el morbo y se queda en terreno de nadie.

Bueno, peor aún, banaliza problemas reales y tangibles como la falta de medios y recursos humanos, de mantenimiento de instalaciones y de una gestión que priorice a las personas. La narración nunca es clara, los giros de guión constantes e injustificados, incluso obrando en contra de la idiosincrasia de los personajes.

Así que, honestamente, pesa más la posibilidad de cabrear a los profesionales de la sanidad quienes se van a ver incapaces de reconocerse entre la fauna que puebla el hospital, que de recibir su beneplácito por sentirse respaldados en sus más que justificadas mareas blancas.

 

Si el guión de Respira ha sido supervisado o ha recibido el consejo de personal ligado al sector, no se nota en absoluto en los aspectos importantes de la trama que no deja poso, reflexión, ni mensaje claro y pasa de un tema a otro sin cerrar ninguno satisfactoriamente.

No se le puede reprochar falta de medios ni la aparición de actores y actrices bien instaurados en el ecosistema del audiovisual, pero chirría la implicación de una Aitana Sánchez-Gijón que se merece muchísimo más (igual de chocante que fue ver a Maribel Verdú en Élite) o que a Blanca Suárez le sigan cayendo papeles en los que no puede desarrollar todo su potencial.

Así que es correcta en lo formal y entretendrá, porque es una montaña rusa de revelaciones, a quienes se asomen a ella en busca de un entretenimiento descerebrado.

Quien esté buscando algo con más sentido respecto a esta temática puede echarle un ojo a series como Hipócrates o Esto te va a doler, en las cuales sí que hay un desarrollo inteligible y coherente de los personajes que se enfrentan a dificultades insoslayables por los recortes en la sanidad pública. Y para sufrir la tensión de un hospital al límite, Después del huracán.

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Etiquetas: Netflix

VALORACIÓN:

Cambiamos de escenario pero con un tono muy parecido: Respira tiene mucho que ver con Élite en lo que se refiere a espectacularizar la realidad y asumir una serie de reivindicaciones sociales con enorme ligereza y falta de verosimilitud. Dinamita cualquier conato de coherencia argumental y no da tregua.

LO MEJOR:

Quien busque un entretenimiento extenuante en el que están sucediendo cosas todo el rato, lo va a encontrar.

LO PEOR:

Los enredos de la trama son un insulto para la inteligencia de los espectadores. Le hace un flaco favor a la sanidad pública retratándola muy mal.
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