Crítica de Segunda muerte, nueva serie policiaca de Movistar Plus+ con Karra Elejalde y Georgina Amorós

Puede que haya lectores a los que el nombre de Agustín Martínez no les diga gran cosa, pero si les decimos que es uno de los escritores que publicaron sus trabajos bajo el pseudónimo de Carmen Mola será más que reconocible: es uno de los autores por tanto del éxito editorial de la popular saga La novia gitana.

Está por tanto muy familiarizado con los códigos de un tipo de thriller que combina los elementos policiacos con los costumbristas, contando además con un aspecto localista muy concreto, en este caso ligado a la orografía y el folklore cántabro.

En colaboración con Isa Sánchez, que también ha trabajado en la escritura de los guiones de la recién estrenada Ni una más y forma parte del equipo de la adaptación de Cuando nadie nos ve, ha creado Segunda muerte, una serie de seis episodios que rondan los 50 minutos de duración y que cuenta en su reparto con Georgina Amorós y Karra Elejalde.

Es una de las series originales de Movistar Plus+, que estrena el primer episodio el 6 de junio e irá lanzando el resto a razón de uno nuevo cada jueves hasta completar la emisión el próximo 11 de julio.

Un cadáver como punto de partida de un viaje al infierno

Sandra es una joven auxiliar de policía que trata de mantenerse al margen de la fama de su padre: un exagente de la UCO recién jubilado y conocido popularmente como "la montaña", acostumbrado a hacer y deshacer a su gusto.

La relación que mantienen es de tensión y desconfianza desde que ella decidiera dejar apartado un prometedor futuro trabajando en una multinacional tecnológica para regresar a su pueblo para criar a su hijo, producto de su relación con Castro, un hombre encerrado en prisión a quien le falta poco tiempo para cumplir su condena y ser libre.

De forma fortuita, Sandra encontrará un cadáver que hará que salten todas las alarmas: la mujer a la que encuentra muerta supuestamente había fallecido siete años antes y está enterrada en el cementerio del pueblo.

Por más que le pese, Sandra tendrá que aunar su excepcional memoria fotográfica y su talento natural para la investigación con la experiencia de su padre, aquejado de demencia senil y con ciertas deudas con el pasado que van a ponerles las cosas muy difíciles.

Segunda muerte tiene aciertos indiscutibles en la dirección, que corre a cargo de Alex Rodrigo que viene de trabajar en proyectos cañeros como Vis a vis o La casa de papel y de Óscar Pedraza, adherido a producciones tan dispares como Patria o Sky rojo.

Ambos demuestran tener claro dónde colocar la cámara y cómo sacarle partido a las localizaciones de rodaje, con composiciones de planos muy satisfactorias a nivel estético y una solvencia técnica notoria.

Mucho menos interesante es el trabajo de dirección de actores: en muchas ocasiones están pasados de rosca (sobre todo Karra Elejalde) y su diseño hace que sean demasiado hoscos como para que sea sencillo acompañarlos en su aventura en calidad de cómplices. 

El guión, plagado de giros hasta el último episodio, no se lo pone nada fácil a los intérpretes, a quienes en ocasiones les toca defender secuencias muy poco verosímiles en las que no consiguen encontrar el tono.

Da la sensación de que se siembran muchas semillas que nunca terminan de germinar: la capacidad de la protagonista para memorizar, sin ir más lejos, se presenta y apenas se explota y su relación con su pareja también sufre unos vaivenes difícilmente justificables con algo de lógica.

En suma, Segunda muerte tiene elementos interesantes, pero como conjunto se queda muy lejos de Hierro o Rapa, algunos de los mejores thrillers policiacos de la plataforma que sí supieron reunir más aspectos positivos manteniendo como foco los rasgos identitarios del lugar en el que se desenvolvía la trama.

Le falta originalidad, le sobra morbo del que pretende impactar pero no lo consigue y sobre todo tiene una carencia fundamental: el enganche con los personajes.