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Crítica de La tierra prometida, con Mads Mikkelsen y Amanda Collin dando un recital interpretativo

La tierra prometida

Crítica del drama inspirado en hechos reales La tierra prometida (Bastarden) dirigida por Nikolaj Arcel y protagonizada por Mads Mikkelsen y Amanda Collin. Estreno el 2 de febrero de 2024.

Nicolaj Arcel ha estado seis años en barbecho antes de volver a dirigir tras lanzar La torre oscura. La buena noticia es que la espera ha merecido la pena y que regresa por la puerta grande, con la película La tierra prometida en la que entrega un drama social cargado de capas y matices y que viene a sustentarse en dos interpretaciones principales magníficas.

Hablamos del protagonista absoluto de la película: el siempre impecable Mads Mikkelsen (Otra ronda) y de Amanda Collin (Raised by Wolves), dos intérpretes excepcionales que además tienen una química en pantalla innegable.

La tierra prometida es una coproducción Dinamarca, Noruega y Alemania de 127 minutos de duración y calificación para mayores de 18 años, lo que nos da una pista del grado de violencia que llega a desatarse en este western europeo que narra uno de los episodios más sombríos de nuestra historia reciente: la conquista del páramo danés y la colonización de un entorno endiabladamente complejo.

Un árido punto de partida

La tierra prometida nos desplaza a mediados del siglo XVIII para narrarnos la historia del condecorado capitán Ludvig Kahlen, un hombre que en 1755 se dispone a conquistar los inhóspitos y baldíos páramos daneses con la intención de cultivar la tierra y establecer una colonia próspera con el permiso del rey.

Calculador, trabajador y ambicioso, pide como recompensa un título nobiliario y un cuerpo de servicio permanente si consigue establecerse con éxito, empresa que en apariencia resulta imposible dado que la tierra se considera yerma y las condiciones, extremas.

 

Contra todo pronóstico, encontrar el lugar ideal en el que arrancar no resulta lo más difícil de todo: Kahlen tiene que imponerse al despiadado Frederick de Schinkel, lugarteniente y fiscal de la zona cuya arrogancia le lleva a reclamar un terreno que no es suyo, valiéndose de la violencia y las malas artes. 

Se trata de una lucha de poder muy desigual dado que su estatus social es muy distinto, de hecho el propio Kahlen tiene que contratar a personas marginadas que se dedican al pillaje por la zona para tener mano de obra e incluso acoge a un matrimonio que estuvo al servicio de su enemigo.

No obstante, no se deja intimidar y presenta batalla: tiene claro que será capaz de reponerse al caos sembrado por el sádico y privilegiado gobernante.

La tierra prometida es una película muy intensa a nivel emocional y bien definida desde los cimientos. Apenas ocho millones de euros de presupuesto lucen de maravilla, con una ambientación muy lograda y sobre todo un trabajo excepcional del elenco.

Por otra parte, explora muchos temas distintos: desde la desigualdad de clases hasta los prejuicios de la época relacionados con el color de la piel, las supersticiones o la mera ignorancia pasando por los retos que aún no se habían llegado a abordar como el cultivo de la patata, tubérculo que tiene la capacidad de desarrollarse en casi cualquier terreno.

El guión funciona como un tiro, con un crescendo que hace que nos sintamos atrapados en la historia desde sus primeros compases y concernidos por los planes de un hombre inasequible al desaliento que pone todo su empeño, su inteligencia y su capacidad estratégica al servicio de un sueño cuya consecución depende de poner orden en el caos.

La tierra prometida

BTeam

Al final estamos ante una narración de supervivencia extrema: es un hombre imponiéndose a la naturaleza hostil, a un sistema social hostil, a un contrincante hostil y a una sociedad inculta... y hostil. La clave genérica es la del western porque traslada todas sus características a unas coordenadas espaciales distintas, pero la problemática es la misma.

También hereda sus leit motiv característicos: la escasez de recursos, la oposición de los nativos, que viven según sus propios códigos excluidos del sistema, la violencia más desgarradora y hasta los códigos de la paleta cromática, casi siempre virada hacia los tonos ocres y dorados salvo en las secuencias frías nocturnas.

Por lo demás, Arcel entrega un montaje bien medido, en el que no falta ni sobra nada. El metraje fluye sin altibajos hasta alcanzar un satisfactorio y liberador final. La tierra prometida deja un buen sabor de boca: es un trabajo bien hecho que sabe sacarle partido a sus puntos fuertes.

VALORACIÓN:

Drama social sólido y solvente, inspirado en hechos reales y asentado en las potentes interpretaciones principales de Mikkelsen y Collin. Un viaje en el tiempo que nos enfrenta a los mismos problemas que podemos tener hoy: sistemas deficientes, codicia, xenofobia...

LO MEJOR:

Las interpretaciones y el mensaje de la película: es un relato algo nihilista pero conmovedor. Brutal el momento de la venganza.

LO PEOR:

La caricaturización del villano: un enfoque más realista lo haría realmente estremecedor.
Hobby

80

Muy bueno

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