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Crítica de La trampa (Trap): Vuelve el mejor y el peor Shyamalan

La trampa (2024) - Cooper (Josh Hartnett)
Foto del redactor Raquel Hernández LujánFoto del redactor Raquel Hernández Luján

Crítica del thriller La trampa (Trap), la nueva película escrita y dirigida por el cineasta M. Night Shyamalan que llega a los cines el 9 de agosto.

Shyamalan es un creador divisivo y eso, en sí mismo, no tiene por qué ser algo malo. Lo que está claro es que siempre sorprende y busca no repetirse en cada trabajo que aborda. Así que puedes estar seguro de que, si vas al cine a ver La trampa, vas a vivir una experiencia distinta. Y se aleja de las adaptaciones (libérrimas) que hizo de Tiempo o Llaman a la puerta.

En su día dijo que era como si El silencio de los corderos se desarrollara en un concierto de Taylor Swift, lo que nos brinda dos pistas importantes acerca de la película: tenemos suelto a un asesino en serie (el suspense está servido), el diseño de sonido es fundamental y también el entorno en el que se desarrolla la acción al ser un lugar multitudinario y muy interesante y rico para ser filmado.

Si se le busca la lógica, la cosa ya hace aguas desde el principio porque la propia premisa inicial es bastante absurda pero, en aras de la verdad, la primera hora de metraje es lo mejor que ha rodado Shyamalan desde La visita. Lástima que luego no consiga llevar la trama a una resolución satisfactoria y embarre el trabajo bien hecho.

Antes de los ochocientos giros de marras, EL GIRO

Lo que vamos a contaros de la película no es más que el punto de partida y es además lo que muestran los propios tráilers, que desvelan un importante spoiler. Aquí el propio Shyalaman cuenta que le gusta jugar con la narrativa y qué le llevó a una revelación tan prematura.

Cooper es un padre atento y cariñoso que lleva a su hija Riley al multitudinario concierto de su estrella pop favorita: la cantante Lady Raven (interpretada, por cierto, por Saleka Shyamalan, otra hija del director, lucida cantante aunque limitadísima actriz por el momento, que también hace sus primeros pinitos de la mano de su padre, como Ishana dirigiendo Los vigilantes).

 

Sin embargo, no es un espectáculo al uso, sino un señuelo: se despliega un potente dispositivo policial para atrapar al despiadado psicópata conocido como "el carnicero", a sabiendas de que asistirá al evento.

Pronto descubrimos que es el propio Cooper y que está dispuesto a hacer cualquier cosa para tratar de escapar, ya sea recurrir al chantaje, a interrumpir el espectáculo o incluso a sembrar el caos.

Eso sí, su diatriba se desarrollará entre incoherentes golpes de suerte mientras intenta que no se le caiga la máscara de abnegado padre, obsesionado con que su hija viva la experiencia de su vida y olvide el bullying al que la han sometido.

Hay todo un discurso en la película acerca de las relaciones paternofiliales y maternofiliales y cómo pueden llegar a marcarte de por vida. De hecho ese vínculo es esencial intra y extracinematográfico en la medida en que la propia cinta La trampa ha sido diseñada para aupar la incipiente carrera de Saleka Shyamalan.

Los loopings emocionales del tercio final entroncan más con un extraño drama familiar en el que se trata de explicar el origen y el por qué de la personalidad psicopática de nuestro protagonista que con el brillante thriller que había cautivado nuestra atención inicialmente. Pero siempre late de fondo hasta dónde está dispuesto a llegar un padre por asegurarse la felicidad de su criatura.

La película hace equilibrios entre un drama que nos lleva a empatizar con un asesino (nos obliga a tener una posición moral complicada), una comedia no siempre voluntaria y el genuino suspense que claramente se inspira en el eterno Hitchcock y es lo más disfrutable, pero que se malogra cuando toca rematar.

Es una pena porque Josh Hartnett hace ímprobos esfuerzos por defender su papel, pero el guión no da para más y tampoco tiene donde apoyarse en el terreno interpretativo porque no hay mucho más talento reseñable en las elecciones de casting. 

La trampa no es el peor ni el mejor trabajo de Shyamalan, pero tiene lo peor y lo mejor de su cine. Esta vez quizás se ha pasado de caradura, pero hay que reconocer que no le teme al riesgo y que sabe sacarle provecho a su desvergüenza manifiesta. Esta vez no nos cuela balones por la escuadra, pero ¡lo que le gusta dar vueltas al borde de lo verosímil!

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VALORACIÓN:

Shyamalan vuelve por sus fueros dando un recital de lo bueno que puede llegar a ser y hasta qué punto es capaz de boicotearse a sí mismo. La trampa es una película que se disfruta si te quedas con su primera hora de metraje.

LO MEJOR:

El carisma de Josh Harnett y la primera hora de la película en la que nos encontramos una historia vibrante y contada con pulso.

LO PEOR:

La deriva final: se vuelve repetitiva, incongruente y echa por tierra el trabajo anterior. Un poco demasiado de Lady Raven.
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