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Crítica de La vida padre, una simpática comedia con un dúo excepcional al frente

La vida padre

Crítica de La vida padre, la comedia protagonizada por Karra Elejalde y Enric Auquer que cuenta con guión de Joaquín Oristrell. Estreno el 16 de septiembre en cines.

La vida son dos días y hay que aprovecharlos a tope. De vez en cuando también viene de maravilla que nos lo recuerden en una película, a ser posible, entre risas. La vida padre trata justo de eso: de reconciliar el pasado con el presente, de dejar de negarse a uno mismo y dedicarle tiempo a aquello que lo merece, que no es otra cosa que aquello que nos hace felices.

El veterano Joaquín Oristrell se encarga del guión de esta película, tomando como base una historia coescrita por Olatz arroyo (Supernormal, La familia perfecta, Hasta que la boda nos separe) y el también director Joaquín Mazón (Doctor Mateo, Allí abajo, Cuerpo de élite) y, siendo francos, no se trata de un trabajo redondo.

El ritmo de la película es muy irregular pero cuenta con dos atractivos innegables: unos golpes de humor que esporádicamente resultan magistrales y un dúo protagonista que es oro puro.

La vida padre nos presenta a dos hermanos marcados por la desaparición de su padre treinta años atrás. Ambos regentan el restaurante que antaño él, Juan, lideraba con maestría en Bilbao: el Altaria. Mientras que Ander es el jefe de sala, Mikel ha seguido los pasos de su padre, convirtiéndose en un reputado chef que ha conseguido dos estrellas Michelin y ansía hacerse con una tercera.

Para ello, el crítico gastronómico de turno le insinúa a Mikel que debería reproducir la famosa sopa de erizo de mar que su excepcional padre preparaba. El problema no es solo que no tiene la receta, sino que además atraviesa una importante crisis creativa en la cocina.

Por si fuera poco, su mundo se pone patas arriba cuando su padre reaparece, vivito y coleando frente a él, a pesar de que lo habían dado por muerto. Eso sí, Juan tiene una amnesia muy peculiar que le hace pensar que sigue en 1991 y que sus hijos siguen siendo niños.

Imprevisible e impulsivo, Juan acaba despertando en Mikel una gran ternura y aviva su interés por su profesión, desnudándola de los artificios impuestos por la hipocresía imperante en la alta cocina.

 

Somos lo que comemos

En el centro de La vida padre, como vemos está una relación paterno-filial imperfecta pero sólida, mientras que el mundo de la gastronomía termina sirviendo de puente entre ambos personajes. Más allá de eso y ya a nivel narrativo se erige como una metáfora de quienes somos y quienes aspiramos a ser en el futuro.

Si tenemos en cuenta que Bilbao ha sido y es uno de los ejes entre los que se mueve la flor y nata de la cocina, queda claro que es el marco ideal para desarrollar esta historia que, por otra parte, está muy bien ambientada cuando se muestra el pasado, esos años 90 tan distintos a los tiempos que corren.

Por aquel entonces, ir a comer a un buen restaurante nada tenía que ver con las experiencias culinarias de hoy día con sus emulsiones, esferificaciones y deconstrucciones varias que a veces (no siempre) anteponen la apariencia e imaginación que hay detrás del plato al deleite mismo de saborear algo delicioso.

La vida padre

Paramount Pictures

Pero ¿hasta qué punto La vida padre es una buena propuesta de humor? Hay que dejar constancia de que tiene sus altibajos y que apunta en más ocasiones a lo emocional con el drama familiar como eje, antes que la comedia como tal.

Lo que sucede es que a los mandos tenemos a un Karra Elejalde muy bien dirigido que nos lleva por donde quiere: si nos quiere emocionar, sabe cómo tocarnos "la patata"; si nos quiere hacer reír, lo hacemos a mandíbula batiente y, en general, es quien domina el relato de principio a fin. Enric Auquer tiene una química brutal con él y se reparten el partido dejando claro que se lo han pasado pipa.

Están bien acompañados por secundarios como Megan Montaner y unos cuantos actores de Vaya semanita como Maribel Salas (más algún cameo sorpresa que no os vamos a desvelar antes de tiempo). Y está bien cerrada, así que hay momentos para reír y emocionarse.

Así que salvando algún exabrupto del que se podría haber prescindido (la coca e "irse de putas" se lo podrían haber ahorrado porque no tiene nada de gracia), la película cumple su cometido. Viene bien vitaminarse con una dosis de alegría de vivir.

VALORACIÓN:

Familia, gastronomía y diversión: La vida padre conjuga distintos elementos con muchas variaciones tonales, pero en general deja buen sabor de boca.

LO MEJOR:

El binomio interpretativo principal y los golpes de humor salpicados por el metraje. El final tiene su puntito emocionante.

LO PEOR:

El ritmo es irregular y hay un par de bromas que desentonan con el resto de la película.
Hobby

67

Aceptable

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