Resumen y crítica del episodio 2x08 de La casa del dragón - A esperar con la miel en los labios

El final de la segunda temporada de La casa del dragón ya está aquí. Max ha lanzado el episodio 2x08 y nos ha dejado con dos palmos de narices, con todas las ganas de llegar a determinados puntos climáticos de la narración.

Se entiende perfectamente el por qué de la renovación por una tercera temporada antes de la emisión de la segunda: todos los arcos argumentales quedan abiertos y en un momento crítico, además.

Las sensaciones que nos quedan como espectadores, son las habituales: la de estar disfrutando de una serie de alto presupuesto con un diseño de producción excelente y unos efectos especiales sobresalientes pero a nunca llega a romper del todo ni a desarrollar todo su potencial.

Siempre da la sensación de que lo que venga a continuación nos llenará los ojos, pero nos quedamos a medias. Aunque, si hay que señalar algo excepcional, son las localizaciones de rodaje, donde España ha sido uno de los platós naturales más chulos.

Resumen de La casa del dragón 2x08

La casa del dragón 2x08 arranca con Tyland Lannister tratando de negociar con la Triaquía. Quieren los Peldaños de piedra. Prometen cobrar un modesto tributo por el paso y romper el bloqueo del Gaznate por parte de la flota de Corlys Velaryon. Piden otra cosa más: que su flota sea comandada por su líder, la almirante Lohar. Ella le dice que no navegará con alguien que no consiga vencerla.

Aegon sigue postrado en cama. Larys va a verlo y le dice que deben abandonar Desembarco del Rey por su seguridad porque la aspirante al trono (Rhaenyra) ha encontrado tres nuevos jinetes de dragón. Aegon no da crédito, pero Larys le cuenta que fue lo mismo que pensó Aemond y terminó ridiéndose y dándose a la fuga hasta llegar en Vhagar hasta Punta Aguda, arrasando la ciudad.

Larys le advierte que está frustrado y furioso y podría matarlo. Aegon dice que prefiere ir al trono y pedir que lo apresen por traición cuando regrese, pero él le explica que de nada e servirá cuando Rhaenyra utilice contra él todos sus dragones.

En previsión de posibles infortunios ha estado transfiriendo el oro de Harrenhal a un banco en Braavos. Le ofrece dejar pasar la tormenta viviendo bien, pero él considera que está acabado: solo, tullido, no puede ni mear de pie y ha perdido el pene. Larys le plantea un escenario en el que regrese triunfal, como digno heredero: un pacificador, un restaurador.

En Rocadragón los ánimos están muy tensos: Jace se encara a Ulf, cuyas maneras dejan mucho que desear. El príncipe pone en valor su sagrada línea de descendencia, aunque Ulf pretende igualarse a él por ser jinete de dragón. 

Corlys le aconseja a Rhaenyra atacar cuanto antes para beneficiarse del factor sorpresa antes de que Aemond plantee una nueva estrategia: aunque Vhagar ya no les parece una amenaza tan grande, Daeron tiene un dragón, más pequeño que Vermax, pero un dragón al fin y al cabo.

Corlys también le recuerda que tiene a Helaena, aunque nunca le haya gustado montar: su dragón es formidable pero ella no es una guerrera.

Corlys le dice que se encarará de nuevos a los Lannister o los Greyjoy para mantener el bloqueo con la Serpiente Marina a la que ha renombrado como La reina que nunca fue en homenaje a la caída Rhaenyra. Vuelve a recomendarle que "corte la cabeza de la bestia" cuanto antes.

Daemon recibe la visita de Alfred Broome mientras está armándose para marchar sobre Desembarco de Rey. Ha traicionado a su reina y le propone que tome el poder y le promete que sus lores le seguirán. Piensa que las intenciones de Rhaenyra son buenas, pero que lo que necesitan es un rey.

Aemond recibe un reporte de la forma en la que Rhaneyra ha reunido a aspirantes a jinete y se apresura a reclutar a Helaena. Ella le dice que no es una guerrera, pero él es firme: quiere que prevalezcan, dice que se juegan la vida. Alicent le grita que no así. Después va a ver al gran maestre Orwyle para pedirle un favor y su discreción.

Gwayne, el hermano de Alicent se encara a Criston Cole y le pide cuentas por yacer con ella. Él le dice que le ha salvado la vida en dos ocasiones y que no consigue resistirse a sus deseos. Ya nos hay planes que valgan: marchan a su aniquilación. Al menos cree que la muerte les llevará alivio.

Los dragones danzan y los hombres somos polvo a sus pies

Muy lejos del frente, Tyland se mide a la almirante en una pelea de barro. Cuando cree haberle vencido, la tumba y se gana su respeto: lo invita a un banquete y acepta navegar con él y junto a sus capitanes. Jura que la Serpiente Marina se arrepentirá de cruzarse con ellos de nuevo. Antes de irse, le propone que se acueste con sus mujeres para engendrar hijos.

Baela va a ver a Jace, que sigue muy enfadado. Ella le hace ver que va a seguir siendo el príncipe heredero y que ser un resentido no le hace ningún favor. Baela le dice que se ponga en pie y permanezca junto a su madre.

Rhaena por su parte, sufre su exilio huyendo a solas y rastreando al dragón del valle: Robaovejas. A pesar de sus penurias, continúa buscándolo.

Rhaenyra celebra una cena para darle la bienvenida a los nuevos jinetes: les promete que si le sirven bien, los nombrará caballeros. Decide que volarán en dos días: deben famiiarizarse con sus dragones para entonces. Rhaneyra recibe un mensaje de Simon Strong: Daemon tiene el ejército y ha sido traicionada. Le pide a Addam que la acompañe y parte hacia Harrenhal.

Entre tanto allí Alys conduce a Daemon al Bosque de los dioses en busca de presagios. Le pregunta si quiere saber su destino ahora que está listo para conocerlo y  toca un arciano que empieza a sangrar y le proporciona una visión sobre la guerra.

Se ve caminando sobre charcos de sangre, hundiéndose en las aguas y luego ve los huevos de dragón, a Daenenrys de espaldas y a los caminantes blancos… En suma, la canción de hielo y fuego de la que él forma parte tal y como le dice Helaena, que es una verdevidente. Le comunica "sabes lo que debes hacer". 

Precisamente Aemond va a hablar con ella en ese instante en Desembarco del Rey: le dice que comparten la misma sangre y sabe que no quiere hacer daño a nadie, pero que el reino depende de ellos y que tienen un propósito que su madre no entiende, porque no es una jinete de dragones.

Le dice que le acompañe a Harrenhal a terminar con Daemon. Ella le dice que si la quemará como a Aegon si se niega. Aemond se ofende pero ella le dice que no finja, que lo vio. Que Aegon volverá a reinar desde un trono de madera y él morirá: desaparecerá en el ojo de un dios y no volverán a verlo. Él le dice que podría matarla pero ella le dice que nada cambiaría.

Rhaenyra monta a Syrax hasta llegar a Harrenhal. La recibe Simon Strong que la conduce al interior para mostrarle lo que tanto teme: Daemon se presenta ante ella respaldado por las tropas y le dice que no la esperaba. Le dice que esos hombres le han jurado lealtad.

Ella, en voz alta, le pregunta a quién es leal él. Se dirige a ella en alto valyrio para decirle que se acerca el invierno y que el mundo no es como creían: que ha visto el futuro. La guerra solo es el principio, se acerca la oscuridad y la destrucción. Le explica que no pueden prevalecer, pero que deben jugar sus cartas en la guerra igualmente.

Daemon está persuadido que la única solución es tener un líder fuerte y que su hermano la eligió a ella: se arrodilla a sus pies haciendo el juramento mediante el cual la reconoce como la legítima reina. Tras él se arrodillan todos. Ella le dice que si vuelve a dejarla se tendrá que atener a las consecuencias. La llama “su reina” y arenga a las huestes para ir a la guerra en su nombre.

Corlys hace llamar a su hijo bastardo Alyn y le da algunos consejos para ser más accesible para sus hombres y ser un líder mejor. Él le habla de la pena y la vergüenza que pasó criándose pasando hambre y penurias. Le dice que aceptará el trabajo por su honor pero que si sobrevive empezará su vida solo y no querrá más ayuda.

Rhaena encuentra al dragón Robaovejas, al fin. Se entiende que va a tratar de crear un vínculo con él para convertirse en su jinete.

Rhaenyra habla con Mysaria, que considera que ha conseguido lo imposible. Pero para poder reclamar su derecho debe atacar. Esa misma noche, recibe la visita de Alicent: le dice que está perdida, que nadie en quien pueda confiar sigue con ella. Que se aferraba al camino marcado y la apariencia de virtud, pero está perdida y sola.

Le dice que quiere vivir, que no busca la corona. Solo quiere llevarse a Aegon, a Helaena, a su hija y desaparecer. Rhaenyra le dice que es tarde y todo se ha hecho mal; Alicent se escuda en que pensaba que era lo que su padre quería. Ella le dice que nunca dejó de amar a su madre y que por eso a eligió a ella como heredera.

Alicent se muestra desesperada: le advierte que Aemond se unirá a Cole y entonces Desembarco estará bajo la única autoridad de Helaena: para entonces abrirán las puertas de la Fortaleza Roja y depondrán las armas. Sin derramamiento de sangre. Cree que cuando Rhaenyra esté en el trono acabará la guerra.

Rhaneyra le pregunta por Aegon, ella le dice que está lisiado, dolorido y derrotado y que puede convencerlo de que hinque la rodilla. Pero ella tiene claro que necesita la cabeza de Aegon: Alicent se niega a aceptar entregar a su hijo.

Rhaenyra le pide que elija, tiene que hacer un sacrificio: un hijo por un hijo. Alicent siente. Le dice que cumplirá su promesa: que vaya en tres días y reclame el trono. Quiere ser libre, vivir tranquila y morir de forma plácida. Alicent le pide que la acompañe, pero Rhaenyra le dice que está en el lugar en el que debe estar y la deja ir.

Hugh, Addam y Ulf se preparan finalmente para montar a sus dragones con sus armaduras. Las tropas empiezan a moverse y Daemon está preparado. Tyland y la triarquía están a punto de alcanzar la flota de Colrys en el Gaznate

Rhaena se encara Robaovejas, Alicent regresa a Desembarco del Rey y Otto es mostrado en una celda. Aegon, Helaena y su hija son puestos a salvo saliendo de Desembarco del Rey en una comitiva . Fin.

La importancia de lo que vemos y lo que no

Ha habido en esta segunda temporada de La casa del dragón una renuencia manifiesta por evitar mostrar en pantalla los lances violentos. Con numerosas críticas al respecto, hemos visto pasar ante nuestros ojos ocho largos episodios y solo el cuarto ha podido elevarnos las pulsaciones con la acción, las pérdidas y la deriva de los acontecimientos de la batalla del Reposo del grajo. Y punto.

Nos han faltado refriegas multitudinarias y algo más que movimientos de tropas, que pensábamos que la serie compensaría en sus últimos impases con colosales batallas aéreas... pero no.

Finaliza dejando los enfrentamientos encarrilados pero sin terminar de ejecutarlos. Un verdadero coitus interruptus que puede mantenernos a la espera durante dos años más para ver qué ocurre con los personajes y cómo se desenvuelve la contienda.

La serie se ha ido despegando de la letra impresa poco a poco de modo tal que hay acontecimientos que se han respetado y otros que, a la fuerza, tendrán que ser muy distintos en la medida en que ciertas figuras y dragones han muerto o tenido un destino distinto al señalado en "Fuego y sangre". Así que la intriga se mantiene.

Este último capítulo sí que ha cumplido con algo que esperábamos como agua de mayo: el retorno de los elementos fantásticos (las visiones de Helaena y su comunicación con Daemon son de lo mejorcito del 2x08). Alys y Helaena se han revelado como dos personajes clave en este momento de la narración.

Pero es que además hemos tenido nuevos links claros con Juego de tronos, repasando los acontecimientos clave de la "Canción de hielo y fuego", desde la incubación de los huevos de dragón y el surgimiento de Daenerys hasta el alzamiento de los caminantes blancos como la gran amenaza que en el futuro va a hacer que los actuales bandos carezcan de sentido: será la vida contra la muerte.

En suma, hemos tenido una de cal y otra de arena, con muchos medios puestos al servicio del realismo de la serie pero menos "chicha" de la que esperábamos y algunos desarrollos de la historia alargados de más. En la memoria perdurará la pérdida de Rhaenys, el sometimiento de Daemon y la revelación de Helaena como pieza clave omnisciente.

Pero hay cosas que nos cuentan los personajes que habríamos querido ver y otras que nos han mostrado y que podrían haber despachado con diálogos. Estaría bien afinar ese tipo de aspectos de cara a la tercera temporada, cuya espera va a ser dolorosamente larga.

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Etiquetas: Max